San Esteban y el paso del tiempo


Resistiendo al paso del tiempo
Atrás en el tiempo quedan los convulsos acontecimientos de finales del siglo XIII en la España de entonces. Mientras en el sur se luchaba por la reconquista de Granada, en lo alto de Burgos se ponía la primera piedra de lo que a posteriori sería la iglesia de San Esteban. Este templo cristiano no escapa a los mitos y leyendas, como toda buena obra arquitectónica que se precie; sus paredes esconden la verdad, pero en la historia heredada por el pueblo se habla de que sus orígenes están marcados por la cruz de la orden de los templarios. Leyenda o no, San Esteban ha sido testigo directo del continuo ir y venir en el barrio de su mismo nombre. Situada a las faldas del castillo, su vientre ha servido en numerosas ocasiones como refugio para diversos combatientes, desde la guerra de la Beltraneja, donde fue uno de los baluartes defensivos a favor de Isabel la Católica, hasta las guerras carlistas, pasando por la invasión napoleónica de España, cuando el templo se convirtió en almacén y centro de avituallamiento del ejército francés.
Las cicatrices que muestra orgullosa a todo aquel que la visite son su más fiel reflejo de su pasado y su leyenda. San Esteban no sólo ha resistido a numerosas campañas bélicas, sino que también ha vuelto a resurgir de sus cenizas, cuando las llamas la han devorado, o se ha levantado cuando todo se ha venido abajo. Su lucha constante ha hecho posible que hoy en día podamos seguir admirando este legado histórico, orgullo de los burgaleses.
La barriada y la iglesia, la iglesia y la barriada, nunca fueron nada la una sin la otra. El desarrollo del barrio de San Esteban caminó de la mano del de la iglesia, sus vecinos formaban parte del templo, y el templo era un parte de ellos; muchos dieron con sus huesos en San Esteban, los más pudientes pagaban sus sepulcros para pasar a la vida eterna en compañía de su santo, los más pobres por su parte, se conformaban con que les sepultaran en las lindes con el muro exterior, y sentir así el calor de la iglesia que les vio nacer.
San Esteban resistió durante siglos, sobrevivió a una gran epidemia de peste que dejó muy mermada a los vecinos del barrio, su fábrica era el motor económico que sustentaba el desarrollo y la supervivencia de los habitantes de la zona. La labor realizada por su hospital hasta 1766 fue muy importante, cumpliendo así con los preceptos de misericordia y beneficencia requeridos por la sociedad.
Indestructible se ha mostrado el templo para perdurar hasta nuestros días, después de más de siete siglos a sus espaldas. Hoy San Esteban alberga el único museo de retablos de España, y aunque no tenga culto alguno, la iglesia siempre permanecerá como testigo del devenir de los burgaleses, como historia y leyenda que la hará ser recordada.